To be or not to be… sexy

No tuve más remedio que acudir a esta opción, alternativa, variante, válvula de escape o como le quieras llamar… Tal vez un tanto censurable para tu gusto, pero me arriesgo. Que conste que lo hago por amor, sin que suene cursi o barato. Debiste tener más tacto al decirme ciertas cosas, para así yo tener más sensatez a la hora de responderte. ¿Que soy loco? Sí, todos tenemos un poco de temerarios y desenfrenados… Y no creas que lo hago para que mi ego ronde las nubes, no soy tan egocéntrico ni me creo la última cocacola del desierto –aunque me lo hayan dado a entender un par de veces.

Es que no me acostumbro a la idea de tu revelación de hace unos días. Yo soy más que un rostro de catálogo, que unos ojos de pasarela… Por eso he decidido «desvestirme» un poco más en este post para que me «veas» desde donde pudieran verme otros ojos. Sé que la «sexitud» es un concepto muy relativo, como la belleza, el bien, el mal, si el vaso está medio vacío/lleno… Una persona puede parecer sexy según los patrones y estereotipos de unos, pero a la vista de otros puede no serlo. Pero como a mí no me interesan los cánones de nadie, solo los tuyos, me aventuro a saber qué piensa la gente cualquiera –sin cualquierizar a nadie– que no me conoce, que se para en esta estación a descalzarse el calor, leer un periódico, tomarse un refresco, fumarse un cigarrillo –mal de su parte– o simplemente desconectar de su realidad…

Puede que me encuentre con peores descubrimientos en ti. No quiero pensar en ellos para no atraer la mala energía… Pero ¿y si resulta que no me amas tanto como piensas, y más bien amas la idea de tener una relación formal? Eso sin mencionar que te amas más de lo normal y me obligas a pensar que no hay cabida para todo este amor que vengo arrastrando montaña arriba. Podrías calificarme de infantil, pero nada impediría esta pueril estocada contra toda la mojigatería que te envuelve y que estoy dispuesto a desterrar de tu vida.

Por eso se me ocurrió, cual borracho que no piensa en lo que hace pero sabe el camino de regreso a casa, publicar esta inocente encuesta:

P.S. Este blog apoya el derecho a la libre expresión y no practica la censura…, mucho menos la autocensura.

Me desordeno, amor, me desordeno

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

El otro día te prometí un poema que tiene que ver contigo… de alguna manera. Aquí lo tienes, con seno y todo. La autora, Carilda Oliver Labra (Matanzas, Cuba, 1924), es una de las voces más altas de la poesía hispanoamericana. Con este poema escrito en 1942, a sus 18 años, escandalizó a la sociedad cubana de la época, a tal punto que el obispo de la ciudad fue a verla para exigirle que se retractara de semejante audacia. Pero el erotismo era algo natural para Carilda, quien no conoce de reglas ni moldes. No en vano Hemingway fantaseó con ella. Las palabras que le dedicó Miguel Barnet podrían resumir la obra de esta genial poeta: «Sin ortodoxia, pero plena y desenfadada, sin purismos; más bien impura como la esencia misma de la vida, su obra se inscribe en la marginalidad de lo híbrido y lo imperfecto, de lo anticonvencional y lo raro». Entre sus libros de versos sobresalen Al sur de mi garganta (1949), Memoria de la fiebre (1958), Versos de amor (1963), La ceiba me dijo tú (1979), Desaparece el polvo (1983), Calzada de Tirry 81 (1987), Se me ha perdido un hombre (1993) y Discurso de Eva (1997).