Lo dijo un cantautor (20)

«Créeme», una canción imprescindible cuando hablo de amor… Su autor, el cubano Vicente Feliú, la incluyó en su disco de igual título de 1979 y en Guevarianas (1997). No hace falta decir mucho, la letra es bien elocuente.

CRÉEME

Créeme,
cuando te diga que el amor me espanta,
que me derrumbo ante un «te quiero» dulce,
que soy feliz abriendo una trinchera.

Créeme,
cuando me vaya y te nombre en la tarde
viajando en una nube de tus horas,
cuando te incluya entre mis monumentos.

Créeme,
cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera,
cuando te diga: no soy primavera,
si no una tabla sobre un mar violento.

Créeme,
si no me ves y no te digo nada,
si un día me pierdo y no regreso nunca.
Créeme,
que quiero ser machete en plena zafra,
bala feroz al centro del combate.

Créeme,
que mis palomas tienen de arco iris,
lo que mis manos de canciones finas.

Créeme, créeme,
porque así soy
y así no soy de nadie.

La frase (106)

"City Lights, Rain" by AnnihilationX

«Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará».

«Todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo porque en el fondo es todo».

«Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo. Además te quiero, y hace tiempo y frío».

(Julio Cortázar)

La madrugada del 20 de enero saliendo del tren

Kiss Kiss by WinglessBird

"Kiss Kiss" by WinglessBird

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Hoy 24 de octubre hago mía esa frase por una razón muy específica y simple. Me he dado cuenta y reconozco que lo que sentía por mi ex no ha muerto. Esos sentimientos siempre estuvieron ahí, agazapados, esperando encontrar su cauce nuevamente.

Hace cuatro meses y medio terminamos y días atrás nos volvimos a ver. Me estremecí con el abrazo, con el roce de manos, las piernas me volvieron a temblar como la primera vez. Son señales inequívocas del lazo tan fuerte que está latente entre dos personas que han compartido años de verdadera y profunda relación. Anoche tuvimos un encuentro mágico e hicimos el amor en una azotea de Naco, luego de compartir shots de la mejor mamajuana que he probado y de exquisitos bocadillos.

Ella no conoció a nadie en estos meses. Yo, en cambio, perdí mi tiempo en una relación estéril, con una persona no apta para amar y de poca sensibilidad. Pero gracias a ese frustrado intento de formalizar una unión, pude discernir entre lo que vale y lo que no. Una vez más compruebo que no todo lo que brilla es oro.

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Pero como la vida no tiene un libreto, lo mejor es dejarse llevar, fluir y soñar, añorar ser feliz, no desistir de los intentos y mostrarles a los demás cuál es su valor. Y si la persona que se muere por estar a tu lado te confiesa que siempre te esperó, te trae su corazón en la mano y está dispuesta a remendar los destrozos que me ocasionaron…, coño, no le des más vueltas al asunto, vuelve a montarte en ese tren.

Esta canción de La Oreja de Van Gogh fue hecha para nosotros. Era nuestro himno, nos la cantábamos el 20 de cada mes. Mi chiquita no se olvidaba nunca de una fecha, un aniversario, era como yo, de detalles, con el romanticismo a flor de piel y las mismas ganas de desvivirse por mí, por verme feliz. Gustos afines, buen sentido del humor, cero traumas sexuales (me llevaba al séptimo cielo), me dejaba escoger la emisora en su carro, no le molestaba mi sudor y me decía «te quiero» todas las veces que fueran necesarias…

Como dice Fito, «¿quién dijo que todo está perdido?, yo vengo a ofrecer mi corazón».

20 DE ENERO

Pensé que era un buen momento,
por fin se hacía realidad,
tanto oír hablar de tu silencio,
dicen que te arrastra como el mar.

Llené de libros mi maleta,
también de fotos tuyas de antes,
dibujé tu sonrisa junto a la mía,
me dormí con tu abrigo en el sofá.

Quiero estar a tu lado,
quiero mirarte y sentir,
quiero perderme esperando,
quiero quererte o morir…

Y en el momento que vi tu mirada buscando mi cara,
la madrugada del 20 de enero saliendo del tren,
me pregunté que sería sin ti el resto de mi vida,
y desde entonces te quiero y te adoro y te vuelvo a querer.

Cogí un tren que no dormía,
y vi tu cara en un cristal,
era un reflejo del sol de mediodía,
era un poema de amor para viajar.

Quiero estar a tu lado,
quiero mirarte y sentir,
quiero perderme esperando,
quiero quererte o morir…

Y en el momento que vi tu mirada buscando mi cara,
la madrugada del 20 de enero saliendo del tren,
me pregunté que sería sin ti el resto de mi vida,
y desde entonces te quiero y te adoro y te vuelvo a querer.

Te perdí y no te perderé,
nunca más te dejaré.
Te busqué muy lejos de aquí,
te encontré pensando en mí.

Y en el momento que vi tu mirada buscando mi cara,
la madrugada del 20 de enero saliendo del tren,
me pregunté que sería sin ti el resto de mi vida,
y desde entonces te quiero, te adoro y te vuelvo a querer.

(Una cuña: más adelante daré a la luz una entrevista inédita con este grupo; los conocí en La Habana, en la feria Cubadisco 2002).

«Te quiero, pero no te lo repito»

Hace dos días me miraste fijamente y me dijiste «te quiero de verdad, yo te quiero mucho…» Esas palabras me conmovieron, fueron como ir por el desierto y encontrar un oasis en el momento menos pensado o tal vez cuando más lo necesitaba. Pero ayer te pregunté algo que no había entendido, de otro tema de conversación X, y me recalcaste que no te gusta repetir las cosas 500 veces.

Entonces puedo asumir que no me dices «te quiero» todos los días o al menos una vez a la semana porque no te gusta repetir las cosas. Vaya, qué práctica eres. Y yo sé que me quieres, eso no lo he puesto más en duda, aunque la relación sea un tanto estéril en materia de poesía, magia y romanticismo.

Y ahora se le van sumando otras carencias, ausencias cada vez más notables, como la intimidad. Casi 15 días sin jugar «quimbumbia»… Pero no voy a tocar ese tema, tus razones tendrás para no aprovechar los momentos en que estamos solos –que son muchos–, para no buscar la manera de desvestirnos y estar aunque sean 15, 20 y hasta 30 minutos en ese lecho (qué literario sonó eso) que extraña tu presencia (tu presencia activa y no durmiéndote), ya sea arriba, abajo, al lado, de cabeza, todo depende de la circunstancia.

No entiendo cómo, si estamos en la era del calentamiento global, mi sol no logra derretir tus témpanos, mis rayos no acaban de desempañar tus sentidos. Yo sé que el del problema no soy yo, de eso me convencí hace mucho, pero a veces tú no te dejas ayudar, no te dejas guiar, te resistes a contar conmigo. Y pronto serán tres meses… ¿No crees que ya ha transcurrido un tiempo prudencial…? Es tiempo de ir aterrizando, creo. Y no lo veas como una exigencia. Pienso que puedes llevar todas tus responsabilidades a la vez y con entusiasmo. ¿Acaso no es el amor un motivo para ver la vida de otro color e imprimirle más energía a lo que hacemos?

Sí, tómalo como una amonestación pública, como las que tanto me has reprochado, pero quién sabe si así pueda conducirte a los fetiches y podamos jugar a la «escuelita». ¿Te sumas, te multiplicas?

P.S.: Yo sí te quiero, y no me pesa repetírtelo 500 y/o 1,500 veces. Y te sigo esperando…, en la parada de la Bolívar, en el segundo piso de aquellos chocolates, en el cuerpo del delito, en aquel lugar demasiado público donde te atreviste a hacer algo demasiado atrevido… Hasta podría esperar a que dejes de ser oruga.