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Algo nos está pasando, ayer te leí una mano y cada dibujo al verme me interrogó. Algo nos está pasando, ayer apreté el interruptor de encender la luz y encendí el sol.
Hoy de ti hacia mí, hoy de mí hacia ti vamos a hablar en voz muy baja dime lo que te pasa, déjame levantarte, déjame darte un beso y curarte vivamos de corrido, sin hacer poesía aunque no esté de moda en estos días.
Aunque no esté de moda te pido una mano, mis entrañas no entienden de estética y cambios, aunque no esté de moda repite conmigo: quiero amor, quiero amor, quiero amor compartido.
Te quiero salvar de tu desnudez en pleno centro de la soledad. Me quiero salvar haciendo revolución desde tu cuerpo por variar.
Polito Ibáñez (Foto: Iván Soca Pascual. Concierto de Silvio Rodríguez en Lutgardita).
LAS COSAS SIMPLES
Como un ave del otoño que se aleja sin regreso como el sabor a cenizas, como un beso como palabras prohibidas, como el arco de tus cejas como fotos amarillas, fotos viejas
Como un grito tras la puerta como madrugada incierta como duermen los luceros como por tus pies mis dedos
Como palomas suicidas como autos en la avenida como las teclas de un piano como flores del pantano
Como senos encendidos como crimen y castigo como el pájaro que vuela como niños en la acera como flota una gabarra sobre las aguas del Sena así son las cosas simples que me llenan
Como un ave del otoño que regresa desde el fondo como se esconde el pasado en los escombros como el golpe de la lluvia en la paz de los vitrales como el misterio que envuelve las ciudades
Como las voces del puerto como el roce de los cuerpos como arena en el desierto como el que esconde un secreto en el guardarropa como algo mineral, labios contra el cristal la niebla sobre el mar
Como un loco de la noche espantado por el día como habitan los enanos un mundo de fantasías como flota una gabarra sobre las aguas del Sena así son las cosas simples que te llenan
De niño te conocí
entre mis sueños queridos.
Por eso cuando te vi
reconocí mi destino.
Cuando pensaba que ya no iba ser
lo que soñara, de pronto vino.
Tanto que yo te busqué
y tanto que no te hallaba,
que al cabo me acostumbré
a andar con tanto de nada.
Cuánto nos puede curar el amor.
Cuánto renace de tu mirada.
Te conozco, te conozco
desde siempre, desde lejos.
Te conozco, te conozco
como a un sueño bueno y viejo.
Es por eso que te toco y te conozco.
El lago parece mar,
el viento sirve de abrigo: todo se vuelve a inventar
si lo comparto contigo.
La única prisa es la del corazón.
La única ofensa es tener testigos.
NO HACEN FALTA ALAS
No hacen falta alas
para hacer un sueño.
Basta con las manos,
basta con el pecho,
basta con las piernas
y con el empeño.
No hacen falta alas
para ser más bellos.
Basta el buen sentido
del amor inmenso.
No hacen falta alas
para alzar el vuelo.
Recojo fondos para pobres
de amistad y de sonrisa.
Recojo cuanto haya de bien
en lo que esconde tu camisa.
Acepto cuanto pueda ser útil
al coro que compongo,
siempre que quieras compartir
un sueño ancho, largo y hondo.
Recojo el hielo a la deriva
de los polos congelados.
Luego, con buena voluntad
y mucha miel haré un helado.
No le daré —no le daré—
al mentiroso y al cobarde.
Repartiré —repartiré—
sólo al que ama y al que arde.
¡Vengan los buenos a comer
de este helado gigante!
PD: Esta sección va dedicada especialmente a Ode, mi buena amiga de antaño y de siempre, con quien viví mágicos momentos y locas aventuras después de salir de la pubertad. Por aquellos años que no volverán –pero que perduran en el cofre de recuerdos inmortales–, por la amistad que no se improvisa, por los instantes que vivireremos otra vez en la vieja Habana, La Habana de siempre, La Habana sin piezas de repuesto, La Habana única y «más coqueta que una flor», la de las sábanas blancas, la que una vez vio pasar camellos rosa.
Sembraron un abrazo: