De la razón a la locura (De la serie Desabrazos urbanos)

"Intersection" by ParenthesisX

Ella iba en silencio. Él la miraba de reojo. Ella no pensó que fuera tan grave, pero no quiso dar el brazo a torcer. Él, que casi nunca lo torcía, decidió romper el hielo.

–¿Por qué el silencio?

–¿Y por qué hablar?

Él entendió por qué ella lo había calificado de infantil antes de salir de casa. Ella no quiso que la sangre llegara al río. El río de carros amenazaba con impedirles llegar temprano a la oficina. En la oficina le esperaba la raya roja de la vergonzosa tardanza. No era tan tarde para rectificar y querer ponerle un poco de felicidad al día nublado. «Pero hay cosas que están de más», insistía ella. El rojo sangriento del semáforo detuvo el automóvil. Ella lo miró de reojo. Él torció el brazo y balbuceó un «disculpas» apenas coherente. Ella sonrió. Él le dio un beso tibio. Ella quería más, pero estaba tarde. La raya roja, la vergonzosa tardanza, el mar de trabajo aguardaban.

© Abrazador

Anuncio publicitario

La frase (78)

"Ceres" by Mischx

"Ceres" by Mischx

«Es adagio que río que crece de súbito, crece con aguas turbias. Y el torrente estruendoso deslumbra, se despeña, salta, devasta, mas no hace buenas las tierras comarcanas, como el agua serena del arroyo. El azar, como Saturno, devora a sus hijos. Los hijos de Ceres y de Jano, de la agricultura y la paz, duran más que los hijos de Saturno.
(José Martí)

No a la cementera

no a la cementera

El Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado ayer en todas partes del orbe, sorprendió a República Dominicana involucrada en una discusión que viene haciendo noticia hace días: la construcción de una cementera en las inmediaciones del Parque Nacional Los Haitises. Hasta la Iglesia Católica dejó su fama de retrógrada y se ofreció a mediar en el conflicto.

Las manifestaciones de protesta no han cesado. A la protagonizada ayer en la mañana frente a la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, se suman las que llevan en el país organizaciones ecologistas, sociales y juveniles, como los grupos La Revuelta, La Multitud y Toy Jarto, conformados por jóvenes que desde hace más de dos semanas mantienen un campamento en la comunidad de Gonzalo, próxima al área donde se empezó a construir la cementera.

Los Haitises, una de las regiones de mayor importancia endémica para el Caribe insular, tiene una especial particularidad, debido a su estructura y formación kárstica, ya que de acuerdo con sus características geológicas y geomorfológicas, su mayor aporte al sistema hídrico es a través de abundantes corrientes de aguas subterráneas capaces de producir más de mil millones de metros cúbicos de agua, fundamentales para la sostenibilidad de seis provincias, incluida la propia capital dominicana.

La colega Elsa Peña Nadal, en un excelente artículo publicado en almomento.net, aporta más datos sobre la importancia de Los Haitises y las implicaciones de no preservarlo. «De este carso emanan 147 ríos y arroyos que alimentan varios acueductos en uso, y la construcción de una fábrica de cemento resultaría desastrosa para la conservación de esta colosal formación».

La foto gourmet (8)

jmam-habana-malecon

© Joseba M. Arginzoniz Martin

POEMA CI

La criatura de isla paréceme, no sé por qué, una criatura distinta.
Más leve, más sutil, más sensitiva. Si es flor, no la sujeta la raíz; si es pájaro, su cuerpo deja un hueco en el viento;
si es niño, juega a veces con un petrel, con una nube…
La criatura de isla trasciende siempre al mar que la rodea y al que no la rodea.
Va al mar, viene del mar y mares pequeñitos se amansan en su pecho, duermen a su calor, como palomas.
Los ríos de la isla son más ligeros que los otros ríos.
Las piedras de la isla parece que van a salir volando…
Ella es toda de aire y de agua fina.
Un recuerdo de sal, de horizontes perdidos, la traspasa en cada ola, y una espuma de barco naufragado le ciñe la cintura, le estremece la yema de las alas…
Tierra firme llamaban los antiguos a todo lo que no fuera isla.
La isla es, pues, lo menos firme, lo menos tierra de la Tierra.

© Dulce María Loynaz (Poemas sin nombre, 1953)