
Dicen que las diferencias de opinión en una pareja pueden ser garantía de duración. Yo no lo dudo, pero no creo que tal garantía esté siempre presente. Hay concesiones y concesiones. Cuando esas concesiones atentan contra la salud de la relación, hay que revisarse. Hasta las parejas más unidas tienen choques imposibles de evitar. ¿Qué decir entonces de las parejas que están en pañales, como nosotros?
Incluso después de años de convivencia, casi todas las parejas discuten por los mismos motivos una y otra vez. Puede parecer frustrante, pero preocuparse por cómo evitar el próximo enfrentamiento no es la mejor solución. Las situaciones hay que afrontarlas, darles la cara y analizar los puntos de vista de ambas partes. No es cuestión de superar esas situaciones, sino aceptar la necesidad de discutir y ventilar cuando sea preciso para suavizar los conflictos y evitar males mayores que puedan conducir a la separación.
Si no entendemos el concepto de pareja, vamos mal. ¿Pues para qué las personas se juntan, para qué buscan la supuesta alma gemela, la tan llevada y traída media naranja? La pareja es el fruto de la suma de las características de las dos personas. Por eso es tan necesario conocer las manías, vicios, gustos, deseos, aspiraciones, objetivos, temores, traumas y tabúes de nuestra pareja, para saber si podemos tolerar, sobrellevar y convivir con estas características, sin crearle problemas al otro y a nosotros.
¿Pero qué pensar cuando –lejos de avanzar hacia el estado ideal de relación– se acumulan más y más situaciones no resueltas, exigencias, limitaciones, frenos? ¿Cómo sentirme feliz, pleno, realizado…, si a la pared que estoy escalando le pones nuevas líneas de ladrillos y concreto? No me hagas caso a mí, yo puedo estar equivocado. Puedes buscar ayuda profesional, un terapeuta que te hable desde afuera y te arroje luz sobre egoísmos, concesiones, entrega, tolerancia, aceptación, prejuicios, autocensura, trastornos sexuales y todo cuanto se te ocurra. Pero eso sí, no dejes nunca de escuchar a tu corazón, por más cursi que pueda sonar.
P.S. ¿Pensaste que no te iba a agradecer el toque especial de anoche? Gracias, tú sabes cómo volverme loco. Viva el helado de pistacho.
Sembraron un abrazo: