Arte con sombras

Obras de la artista japonesa Kumi Yamashita. De ellas ha dicho su autora:

Me gusta ver las sombras moverse en la luz de la tarde. Me recuerdan que todo está cambiando constantemente. Me atrae aquello sin forma concreta, como las nubes, el agua y la bondad de la gente. He experimentado con luz y sombras junto con otros medios para examinar lo que separa lo sólido de lo efímero. Lo visible de lo invisible. Lo interno y lo externo. Con mi trabajo quisiera que recordáramos cómo preconcebimos lo que está afuera y dentro de nosotros. Conocimento, ideas y valores son con frecuencia aceptados si cuestionar.

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Muros y puertas

MUROS Y PUERTAS

Desde que existe el mundo
hay una cosa cierta,
unos hacen los muros
y otros hacen las puertas,
pero eso, mi amor,
creo que eso ya lo sabes.

Unos tienen invierno
y otros las primaveras,
unos encuentran suerte,
pero otros ni siquiera,
pero eso, mi amor,
creo que eso ya lo sabes.

Y siempre fue así
y eso tú lo sabes,
que la libertad solo existe
cuando no es de nadie.

De qué sirve la luna
si no tienes la noche,
de qué sirve un molino
si no quedan Quijotes,
pero eso, mi amor,
creo que eso ya lo sabes.

Y mientras se confunde
la tierra con el cielo,
unos sueñan con Dios
y otros con el dinero,
pero eso, mi amor,
es lo que se ve en la calle.

Y siempre fue así
y eso tú lo sabes,
que la libertad solo existe
cuando no es de nadie.

Desde que existe el mundo
hay una cosa cierta,
unos hacen los muros
y otros las puertas.

Carlos Varela, del álbum «Nubes», 2000.

Casi el fin, la nube y un buen puñado de fe

Antier pudo haber sido el comienzo del fin. Pero algo sucedió que impidió el desenlace que temía al exponerte mi punto de vista. Y cuando te fuiste ese día me quedé pensando si hacía bien en aceptar esta «opción» que propones, pues parece que hasta tanto no vislumbremos una luz al final del túnel, seguiremos caminando sobre arenas movedizas. ¿Y si al final estos intentos son fallidos? ¿Cómo evitar las nubes negras que se me avecinarían? El tiempo dirá. A mí solo me queda dejarme llevar. Pero créeme que ando como en una nube –para hacer referencia a la canción de Álex Ferreira–, con la diferencia de que no estoy sentado, sino en un pie. A la menor sacudida…, caigo. ¿Y quién estará abajo para frenar mi caída? ¿Tú? Sí, es contigo, deja de mirar a los lados y refugiarte en la soledad de tu cuarto… No me arrepiento para nada de las dos noches posteriores y el día entero que vivimos juntos, fueron intensas horas de semiconfabulación y semicomplicidad. No me arrepiento de todo lo que te hice, te disfruté al máximo… Tengo fe en que las migajas se tornarán en abundante cosecha y cada sonrisa vertical tuya me premiará como a un semidios que regresa victorioso de la guerra. ¿Sabes? Te espero. Te espero porque me siento tan cerca de ti que hasta pudiera habitarte, basta con que tu aliento me desvista y sientas las vibraciones de este amor total que resume mi esencia de siglos de búsqueda. No imaginas lo que sentí cuando te vi en el aeropuerto el jueves, fue algo de película, fueron esas ganas que ya conoces de irte arriba o abajo –lo segundo no pudo ser en público, la circunstancia no lo permitió. De pronto te imaginé como una aparición divina y pensé en el amor que revuelca los sentidos y propicia la armonía perfecta, en pleno desafío a algún dios, y la felicidad suprema me pareció pecado. Todo eso pasó por mi mente en los breves minutos del reencuentro.

P.S. Y no hagas como que no leíste, que este post sí es para ti.