
Hubo un momento en nuestra joven relación en que pensé que tendría que cantarte la canción de tu «querido» Silvio «Óleo de una mujer con sombrero», una de sus mejores composiciones por cierto, que dice así:
Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo,
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar,
se ha perdido mi huella en su mar.
Pero ese pensamiento parece que se hace más lejano cada vez y me alegro. Aunque todavía está en pañales esta manera de interactuar y de tú despojarte de tabúes, temores y vacilaciones, reconozco y aplaudo los 20 centímetros de osadía que te atribuíste. Todos los caminos conducen a Roma. Si en verdad fuera así, entonces llegarás. A tu paso, pero llegarás. Y yo estaré con mi mejor ramo de esperanzas del otro lado del puente, desnudo, sin sombrero, con una única ambición: poseerte en mente y cuerpo, sembrado en ti y con la luna bajo el brazo.
P.S. La pintura que ilustra esta entrada es precisamente el óleo de Marc Chagall al que Silvio hace referencia en su canción.
Sembraron un abrazo: