Lo dijo un cantautor (16)

TE CONOZCO

De niño te conocí
entre mis sueños queridos.
Por eso cuando te vi
reconocí mi destino.
Cuando pensaba que ya no iba ser
lo que soñara, de pronto vino.

Tanto que yo te busqué
y tanto que no te hallaba,
que al cabo me acostumbré
a andar con tanto de nada.
Cuánto nos puede curar el amor.
Cuánto renace de tu mirada.

Te conozco, te conozco
desde siempre, desde lejos.
Te conozco, te conozco
como a un sueño bueno y viejo
.
Es por eso que te toco y te conozco.

El lago parece mar,
el viento sirve de abrigo:
todo se vuelve a inventar
si lo comparto contigo
.
La única prisa es la del corazón.
La única ofensa es tener testigos.

NO HACEN FALTA ALAS

No hacen falta alas
para hacer un sueño.
Basta con las manos,
basta con el pecho,
basta con las piernas
y con el empeño.

No hacen falta alas
para ser más bellos.
Basta el buen sentido
del amor inmenso.
No hacen falta alas
para alzar el vuelo.

Recojo fondos para pobres
de amistad y de sonrisa.

Recojo cuanto haya de bien
en lo que esconde tu camisa.
Acepto cuanto pueda ser útil
al coro que compongo,
siempre que quieras compartir
un sueño ancho, largo y hondo.

Recojo el hielo a la deriva
de los polos congelados.

Luego, con buena voluntad
y mucha miel haré un helado.
No le daré —no le daré—
al mentiroso y al cobarde.
Repartiré —repartiré—
sólo al que ama y al que arde.

¡Vengan los buenos a comer
de este helado gigante!

PD: Esta sección va dedicada especialmente a Ode, mi buena amiga de antaño y de siempre, con quien viví mágicos momentos y locas aventuras después de salir de la pubertad. Por aquellos años que no volverán –pero que perduran en el cofre de recuerdos inmortales–, por la amistad que no se improvisa, por los instantes que vivireremos otra vez en la vieja Habana, La Habana de siempre, La Habana sin piezas de repuesto, La Habana única y «más coqueta que una flor», la de las sábanas blancas, la que una vez vio pasar camellos rosa.

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Oda a La Habana en su 489 aniversario

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La Habana cumplió el domingo 16 de noviembre, 489 años. No ha dejado de ser esa capital encantadora con el toque místico y ancestral del que se han desprendido la mayoría de las capitales latinoamericanas, víctimas del desmedido afán de desarrollo. La Habana sigue siendo mágica, señorial, majestuosa, capaz de enamorar al más impasible mortal. Basta ver lo que escriben cantores, poetas, soñadores o simples turistas de paso.

SI NO EXISTIERAS

Qué sería de mí si no existieras,
mi ciudad de La Habana.

Si no existieras, mi ciudad de sueño
en claridad y espuma edificada,
qué sería de mí sin tus portales,
tus columnas, tus besos, tus ventanas.

Cuando erré por el mundo ibas conmigo,
eras una canción en mi garganta,
un poco de tu azul en mi camisa,
un amuleto contra la nostalgia.

Y ahora te camino toda entera,
te vivo toda hasta la madrugada,
soy el viento en tus parques y rincones,
soy ese sol que te acaricia el alma.

Ciudad de mis amores en el polvo,
bella ciudad de podredumbre y alas,
en ti nací realmente un mes de enero
cuando golpeó en tu pecho la esperanza.

Qué sería de mí si no existieras,
mi ciudad de La Habana.

(Fayad Jamís, 1984)

La inconfundible Xiomara Laugart canta lo que ya hoy se considera un himno a La Habana. «La negra de la voz de oro» hace estremecer con esta tonada a más de un habanero en el rincón del mundo donde se encuentre.

Hoy mi Habana viste lo mejor
y más coqueta que una flor
abre sus puertas y ventanas.
Ella se ha sentado en el balcón
abanicando la ilusión
de que esta noche sea amada.

Hoy mi Habana espera a un señor
mitad azúcar, mitad sol
con un clavel en la solapa.
Solo sabe que se llama Juan
o mejor dicho, Don San Juan,
dueño de la mitad de su alma.

Dime, corazón, qué debo hacer
con la ternura que adorné
con el collar de la mañana.
Háblame de amor,
que hoy es el día de los dos.
El sentimiento fue a pasear en barca…

Llegue este breve homenaje a La Habana, esa Habana de todos los que habitan en ella y todos los que la habitamos desde la distancia. Te amo y nunca has dejado de hacerme falta.

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P.S.: Esta foto es de agosto de 2008. Al fondo, a mi derecha, el parque Máximo Gómez, con una estatua del Generalísimo. Y vean lo que son las casualidades de la vida, él nació en Baní, República Dominicana, el 18 de noviembre de 1836 y falleció en La Habana el 17 de junio de 1905. Yo también nací un 18 de noviembre y cumplo hoy 36 años. A mi derecha, la entrada de la bahía, con el faro del Morro, uno de los símbolos de la ciudad.