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Cayena abre la semana con un interesante reportaje en su portada. No hay manera de quedarse impasible ante el caso de estos infantes aquejados de osteogénesis imperfecta. A continuación algunos fragmentos. No dejes de leerlo completo en Cayena.com.do. Y si sientes que puedes cooperar de alguna manera, comunícate con la doctora Honna Silfa, en el Centro de Ortopedia y Especialidades «CURE International», en Gazcue, con el teléfono 809.682.5022.
Niños de huesos frágiles y ánimos de hierro
Existen personas para quienes cada día es un desafío a vencer. El reto es mayor cuando se trata de niños y niñas que luchan por superar las dificultades y se meten los obstáculos en los bolsillos, como si la inocencia de la edad y las ganas de vivir fueran las más poderosas armas de supervivencia.
Esos infantes tienen nombres y rostros en los que se dibujan hermosas sonrisas a pesar de los dolores y malestares que los aquejan. Ellos son Kimberly, Cándida, Alexander, Ismeily, Alex, Joan y otros 21 pequeños diagnosticados de osteogénesis imperfecta, pertenecientes a la Fundación Ángeles de Cristal.
Una calurosa tarde llegamos al Centro de Ortopedia y Especialidades «CURE International», en el sector de Gazcue. Allí nos esperaban los seis pequeños, algunos tímidos, otros curiosos, algunos con deseos de hacer travesuras, otros tal vez pensando cuándo volverían al quirófano o a internarse para recibir el tratamiento.
Quién sabe si por su mente también pasaba la idea de jugar a los exploradores o a los bomberos, saltar la cuerda, treparse a los árboles, montar bicicleta o jugar a las carreras. Pero ellos no pueden experimentar esa plenitud, la condición de su sistema óseo no se los permite. Sus huesos, frágiles como cristal, podrían fracturarse al menor descuido, tan solo con estirarse, con un simple roce, sin motivo aparente o con un cariñoso abrazo.
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Alex, Joan, Kimberly, Ismeily, Cándida y Alexander.
Clavos, costosos y expandibles
En la Fundación también encontramos a los infantes Cándida, Alexander e Ismeily, de 10, nueve y seis años, respectivamente. Cándida ha tenido 16 fracturas, al año de nacida sufrió la primera, en los fémures. Los antecedentes de la enfermedad le vienen por la familia del padre.
Su madre, Martha Haché, nos cuenta: «Encontrar a la doctora Silfa ha sido la mayor bendición, pero el gobierno debería extendernos las manos, ayudarnos a quienes tenemos un tratamiento de por vida. En el 2000 se me quemó la casa, me vi en una situación muy difícil, con mi hija acabada de fracturar. Ella necesita cuatro clavos expandibles y cada uno cuesta 1,100 dólares».
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(Las fotos son de Ricardo Hernández)
Sembraron un abrazo: