Lo dijo un cantautor (16)
junio 29, 2010 1 comentario
TE CONOZCO
De niño te conocí
entre mis sueños queridos.
Por eso cuando te vi
reconocí mi destino.
Cuando pensaba que ya no iba ser
lo que soñara, de pronto vino.
Tanto que yo te busqué
y tanto que no te hallaba,
que al cabo me acostumbré
a andar con tanto de nada.
Cuánto nos puede curar el amor.
Cuánto renace de tu mirada.
Te conozco, te conozco
desde siempre, desde lejos.
Te conozco, te conozco
como a un sueño bueno y viejo.
Es por eso que te toco y te conozco.
El lago parece mar,
el viento sirve de abrigo:
todo se vuelve a inventar
si lo comparto contigo.
La única prisa es la del corazón.
La única ofensa es tener testigos.
NO HACEN FALTA ALAS
No hacen falta alas
para hacer un sueño.
Basta con las manos,
basta con el pecho,
basta con las piernas
y con el empeño.
No hacen falta alas
para ser más bellos.
Basta el buen sentido
del amor inmenso.
No hacen falta alas
para alzar el vuelo.
Recojo fondos para pobres
de amistad y de sonrisa.
Recojo cuanto haya de bien
en lo que esconde tu camisa.
Acepto cuanto pueda ser útil
al coro que compongo,
siempre que quieras compartir
un sueño ancho, largo y hondo.
Recojo el hielo a la deriva
de los polos congelados.
Luego, con buena voluntad
y mucha miel haré un helado.
No le daré —no le daré—
al mentiroso y al cobarde.
Repartiré —repartiré—
sólo al que ama y al que arde.
¡Vengan los buenos a comer
de este helado gigante!
PD: Esta sección va dedicada especialmente a Ode, mi buena amiga de antaño y de siempre, con quien viví mágicos momentos y locas aventuras después de salir de la pubertad. Por aquellos años que no volverán –pero que perduran en el cofre de recuerdos inmortales–, por la amistad que no se improvisa, por los instantes que vivireremos otra vez en la vieja Habana, La Habana de siempre, La Habana sin piezas de repuesto, La Habana única y «más coqueta que una flor», la de las sábanas blancas, la que una vez vio pasar camellos rosa.
Sembraron un abrazo: