La masturbación, el arte del autoerotismo

Cayena.com.do

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«La masturbación, el arte del autoerotismo» es el artículo que exhibe la revista Cayena en su portada de hoy:

Al acto de la masturbación se le han adjudicado tantas enfermedades que si las enumeráramos perderíamos un tiempo valioso, tiempo que podríamos invertir en darnos placer a nosotros mismos. No ponga esa cara. Hace mucho que esta práctica dejó de ser vista como prohibida e inmoral y ya nadie cree esos mitos de que provoca ceguera, idiotez, espinillas, parálisis y un sinfín de absurdos padecimientos. Hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) la defiende como una actividad saludable.

Hoy no es tan delicado y engorroso hablar de la masturbación. Sin embargo, no ha dejado de ser un tabú y todavía entra en conflicto con las nociones morales y religiosas de algunas personas que se niegan a aceptarla como un sano antídoto contra la tensión, el estrés, la baja autoestima y la soledad, por citar varios de sus múltiples beneficios.

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Anorgasmia, ese fantasma que cercena

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De acuerdo con los especialistas, la respuesta orgásmica es una sola, aun cuando los estímulos sexuales se reciben a través de distintas zonas del cuerpo, o con la fantasía. Algunas mujeres llegan al orgasmo por estimulación de los pezones, otras por caricias en el Monte de Venus, o por estimulación en la zona anal. Poco más del 50% de la población femenina, además de la penetración, necesita ser estimulada en el clítoris y los labios menores. Apenas un 35% llega exclusivamente por penetración, y en este caso siempre está implícita la estimulación directa o indirecta del clítoris.

¿De quién es la culpa?

María Eugenia llevaba años sin relaciones sexuales con su esposo. “Nunca conseguí un orgasmo con él, pero sí mediante la masturbación. Después me enamoré locamente de mi nueva pareja, pero aunque disfrutaba muchísimo con él, tampoco conseguí un orgasmo, por lo que él decidió marcharse”, nos cuenta con visible muestra de insatisfacción.

Algunas mujeres suelen culpar a su compañero de no saberlas conducir al placer. En las consultas de terapia sexual son frecuentes las quejas: “mi novio es un semental, aguanta cantidad, pero yo no llego”, o “él solo piensa en su disfrute, no se preocupa por saber qué me gusta a mí”.

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