Einstein en La Habana, en 1930

Fue una visita breve. Treinta horas en La Habana bastaron al genio alemán, hombre comprometido con los problemas sociales de su época, para dejar retratada en su Diario a la sociedad habanera de entonces con una aguda observación: “Clubes lujosos al lado de una pobreza atroz que afecta principalmente a las personas de color.” El 19 de diciembre de 1930, muy temprano en la mañana, Einstein llegaba a la capital cubana en el vapor Belgeland, procedente de Nueva York, en compañía de su esposa Elsa, de una amiga del matrimonio, de su secretaria y de un estrecho colaborador: el matemático austriaco Walther Mayer.

Deslumbrado por el intenso sol del diciembre caribeño, pidió a sus anfitriones que lo llevaran a comprar un sombrero de verano, y así, ataviado con un elegante jipijapa, inició el eminente científico el intenso programa que le habían preparado los representantes de la comunidad científica cubana.

Durante su escala en La Habana, el premio Nobel de Física realizó una visita de cortesía a la Secretaría de Estado, pronunció un breve discurso de saludo a los científicos e investigadores cubanos en el acto solemne que se le ofreció en el paraninfo de la Academia de Ciencias Médicas, Naturales y Físicas, visitó la Sociedad Geográfica de Cuba, recibió un homenaje de la comunidad hebrea local, asistió a un banquete en su honor que tuvo lugar en el roof garden del Hotel Plaza, conoció dos de los más exclusivos clubes de la burguesía habanera y visitó el campo de aviación de Santiago de las Vegas, el asilo para enfermos mentales de Mazorra y una escuela técnica industrial.

Tras asistir a una recepción ofrecida por la Sociedad de Ingenieros, pernoctó en el barco que lo trajo a La Habana,adonde acudieron cerca de cien periodistas y fotógrafos, encuentro que quedó registrado en su Diario con esta singular descripción: “Los reporteros hicieron preguntas particularmente insustanciales a las cuales respondí con chistes baratos que fueron recibidos con entusiasmo.”

A la mañana siguiente, expresó a sus anfitriones su deseo de recorrer algunos de los barrios más pobres de la ciudad y a la una de la tarde, Einstein y su pequeña comitiva, partían rumbo a Panamá en la misma nave que los había traído.

Nesy Núñez (para la Revista Sol y Son, diciembre de 2002)

La Habana de los años 30, según Andre de la Varre.

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