Con qué misterio provocaste mis asombros

¿Dónde estarás?
¿Con qué misterio provocaste mis asombros?
¿Cuándo vendrás?
A descansarme los descuidos,
Y salvarme de una vez.

Quizás pueda en tu magia desnudarme.
Tal vez quieras tus sueños revelarme,
Tus sueños conmigo.

¿Dónde estarás?
¿Con qué misterio te me acercas si te nombro?
¿Cuándo vendrás a salvarme de una vez?

Listen carefully, porque esta canción va con el alma. Es cortica, tal vez simple, pero intensa. Y a Polito Ibáñez ya lo conoces. Importante cantautor cubano (más info aquí). Este tema se llama Evocaciones y pertenece a su primer disco Recuento.

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Amores de chocolate

Dicen que cada cual busca la pareja que se cree merecer. No sé cuánto hay de cierto en eso. Al menos, desde el punto de vista del que escribe, eso puede resultar fácil. Lo difícil es cuando uno encuentra la pareja –que cree merecer–, esta puede no está convencida, o puede tardar en convencerse, de que uno sea la pareja que ella cree merecer. Parece que se enreda la cosa, pero no, es bastante simple.

Pero miren lo que encontré navegando por Internet:

«El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados. Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados ´de mal de amor´, una depresión síquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina, por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis, el centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo color de rosa y nos sentimos flotando.»

Conclusiones: A veces quisiéramos ser el chocolate de alguien, a veces quisiéramos saber tan bien como el chocolate para que alguien se digne a darnos un mordisco, una lambida… En fin, ser el centro de placer de alguien.

El amor es una enfermedad

A estas alturas de la vida ya no cabe duda: el amor es una enfermedad. Razones han tenido los estudiosos para llegar a semejante conclusión. Ya el amor es un campo de estudio bien definido, con su propio ámbito de acción. Sus padecimientos, goces y manifestaciones se esconden en la que algunos llaman telaraña de nudos y filamentos, o sea, el sistema nervioso autónomo.

Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. Todo es impulso y oleaje químico. Los nervios microscópicos trasmiten los impulsos a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas, desde el delicado músculo intestinal y las glándulas lacrimales hasta la vejiga y los genitales.

Las órdenes se suceden a velocidades insospechadas: constricción, dilatación, secreción, erección… Todo es urgente y efervescente. Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del «siento, luego existo» de la carne, las atracciones y repulsiones primarias, el territorio donde la razón es una intrusa.

La frase

«Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado».
Antífanes (388 – 311 A. C.)

No juegues con mi soledad

Yo vengativo te alerto
tengo el deber
porque te estoy llamando
y fue sin querer.

Yo amenazante te indico
cuidado en mi amor,
porque me muero
de miedo ante ti.

Y sé que siempre guardo agazapada una estocada.
Y sé, de ti lo aguantaría todo, casi todo.

Si solo vienes a pedir, apoyarte en mi pa´ cambiar,
si solo tomaras el cuerpo, no juegues con mi soledad.

Si solo te importa seguir y yo soy un puente no más,
si solo tomaras el cuerpo, no juegues con mi soledad.

Si solo quisieras probar tu encanto de niña feliz,
si solo tomaras el cuerpo, no juegues con mi soledad.