La ruta hacia el amor
agosto 2, 2008 2 comentarios
Cuando llega cierta edad, saliendo de los veintyyy… y entrado en los 30, es cuando nos preguntamos qué han hecho nuestros amigos y conocidos para conseguir su media naranja. Recuerdo que en El Principito se dice que no hay mercado de amigos, mucho menos de parejas. Por eso se hace más difícil hallarla. Claro, si las vendieran sería un caos, debido a lo que semejante venta implicaría… Pero bueno, lo importante a la hora –y no es que haya una hora, ella (la pareja) aparece y ya– de buscar pareja es revisarse uno mismo, cerrar los ojos y mirarse hacia dentro. Hay que conocerse primero antes de conocer a quien llega para estar preparados al iniciar la relación y aceptar y entender a la otra persona.
También es fundamental reflexionar por qué no hemos hallado a ese ser especial, el complemento, y preguntarnos en qué medida somos exigentes y a qué altura ponemos el listón. Importante recordar que el azul no es un color que le queda a las personas y que efectivamente, hay príncipes y princesas, que incluso pueden ser azules, pero remotos e inalcanzables, y rara vez se casan con alguien de las masas y sin «linaje». Ese no es el punto, en definitiva, pues para nosotros nuestra pareja es reina, rey, princesa o príncipe.
Lo que trato de decir es que en la búsqueda de la relación perfecta dejamos pasar, muchas veces, el amor. En más de una ocasión nos puede suceder que el ser especial pudo haber sido alguien que conocimos y no le dimos la oportunidad de mostrarse tal cual era, con sus virtudes y desperfectos. Ya sabemos que la perfección es una quimera. Además de aburrida. No se trata de buscar desesperadamente, porque es cuando menos aparece, ni tampoco sentarse de brazos cruzados a pensar que las cosas tienen su tiempo, que las uvas maduran bla bla bla, ni querer aparentar que no necesitamos a nadie y que la soledad es buena compañía…
Hay que dejar de ser hermitaño –para quien le sirva el sombrero–, hay que salir de vez en cuando, involucrarse en actividades, dejarse ver. No olvidemos que también somos seres sociales y que aunque no queramos debemos interactuar con la sociedad de una u otra forma. Así se conoce gente nueva, porque es bueno tener amigos. Y para quienes piensan que es impersonal y hasta bizarro, las redes sociales de Internet sí funcionan, lo digo por experiencia propia. Solo hay que saber discernir. Ojo, discernir.
Puede resultar difícil abrirse al diálogo, lo sé. Los temores siempre afloran. Dar los primeros pasos siempren lleva implícito el miedo al fracaso, por muy seguros que nos sintamos. Pero conquistar la felicidad no tiene precio. Al final habrá valido la pena cuando hallemos con quién compartir la vida, con quién disfrutar de cualquier mínimo detalle, de desear y sentirse deseado, de entusiasmarse y ver el mundo de otro color. Porque es maravilloso saber que alguien palpita por nosotros y apostaría hasta los huesos de ser preciso…
Enamorarse es un proceso apasionante, no importa que se esté bordeando los 30 o ya hayamos apagado más de 30 velitas. Los deseos siguen intactos, los instintos se mantienen afilados. Una gran ventaja: la atracción síquica que le sigue a la atracción física es mayor. El grado de madurez alcanzado es un punto a favor y hará más sabrosa la relación. La experiencia de estar enamorados nos conmueve y conmociona. En ese estado el mundo es sinónimo de paraíso y es como si flotáramos. El sentido del tiempo desaparece y el objeto de nuestro amor se convierte en uno de los ejes de nuestra existencia. El amor es una luz que irrumpe en nuestros sentidos, sacude los cimientos de la razón y nos devuelve al misterioso camino de la vida.
malditas sean esas mariposas en el estomago y mucho mas cuando son correspondidas pero imposibles de hacer la mezcla perfecta de la union hacia ese sentimiento tan dañino como veneno q corre por tus venas y te va matando poco a poco y lo vas notando muy afiladamente..
malditas seais mariposas, malditas seais..
maldito sea el amor..